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Opinión

La mujer como el principio de toda gran cosa por Carlos Toulet

“Porque fueron somos, porque somos serán”

8 de marzo. Millones de mujeres en el mundo estarán manifestándose a través de diferentes matices de activismo feminista, buscando expresar lo que se siente y piensa en una sociedad que aborda el tema de género mediante puro discurso y mucha aquiescencia, aveces conscientes –a veces no– de que genéricamente La Mujer representa mayoría absoluta, la mitad más uno, el 51% del total de la población mundial.

Esta efeméride se viene conmemorando desde hace más de un siglo –1911– y se aprovecha para aplaudir de distintas formas las acciones y avances de quienes en lo particular o en grupo, no tienen limites ni miedos para aplastar estereotipos en cuestiones que van desde lo físico, pasando por lo moral, familiar, social, laboral, económico, hasta lo burdo político.

Parentesís. Y esque no ha sido mi estilo redactar líneas emocionales, más que cínicas, pero es importante subrayar que no debe existir diferencia alguna entre las mujeres que se festejan y las que se conmemoran. Las acomodadas, las no tanto, y las que de plano la sufren. La verdadera belleza es una actitud y la mujer auténtica es lo más hermoso que existe. Actualmente, ellas siguen riñendo para que se entienda concretamente el “NO” que viene de sus bocas y se les deje de cuestionar el “SI”.

Habrá muchos comentarios y opiniones que apunten a regar la polvora y armar parcelación de ideas que seguirá diviendo a los géneros. Lo más simple y natural del mundo es que solo hay que verlas sonreir para recordar que nos encantan y dominan –hablando desde El Hombre–. Pocas cosas son tan guapas como cuando una mujer está segura y se se siente “suya de si”.

Espero no mancharme ni herir suceptibilidades al comentarles que, desde mi punto de vista y referente a la bien peleada, trabajada, buscada y grillada igualdad como prioridad en materia de genero, no somos ni seremos iguales. Nunca. Jamás.

Imposible ponerme en los zapatos de alguna mujer, en cualquier parte del mundo, que luche contra ofuscaciones y manías muy coloniales cómo antiquísimas que la afecten, pero seguro estoy de que muchas de sus incognitas encontrarán respuesta en el espejo, porque simplemente son mujeres. Algún viejísimo escritor dijo algo muy cierto: “Las mujeres no pueden, rotundamente, pretender ser iguales a los hombres, son bastante superiores. Cualquier cosa que le des a una mujer, lo hará mejor”

Hoy es un día donde La Mujer debe reafirmar su derecho a ser, hacer y estar donde le plazca. Es increible encontrarnos en la actualidad con que en 18 países los hombres pueden impedir legalmente que sus esposas trabajen y que sólo 67 países cuentan con leyes contra la discriminaciión de género en el ámbito laboral. En el mundo, 49.6% de las mujeres en edad productiva tienen un empleo; pero mal remunerado, de menor rango y sin seguridad social. Falta mucho por hacer.

Aunque no parezca y difiera en la terminología, en México hay “avances”.

En el ámbito profesional, un análisis de Grant Women in Business 2017, detalló que pese a las desventajas competitivas que tienen las mujeres en nuestro país, México (24%) es el que cuenta con el mayor porcentaje de mujeres en puestos directivos en el continente americano, incluso por encima de EUA, Canada (23%) y Argentina (15%). De igual forma y de acuerdo con Grant Thorton el porcentaje de empresas mexicanas sin mujeres en roles de alto nivel decreció de 52% a 38%. Ambos datos son reflejo –insuficiente, si– de la apertura a la diversidad de género. Turismo, viajes, tecnología, medio de comunicación y transporte son los sectores mejor posicionados.

Avances o no, en México o en cualquier parte del mundo, debemos conmemorar –o como le quieran llamar– y hacer consciencia de lo que falta. Muchas mujeres han dedicado su trabajo, han sufrido y hasta han muerto por lograr lo que se tiene hoy en día, sin mencionar también un largo etcétera de personajes que enseñan con el ejemplo todos los días fuera de los reflectores.

Fecha de caducidad al machismo y misoginia. Aceptemos, como machitos, que La Mujer nos hará creer que es nuestra la decisión que ella quería que tomáramos. Ellas mandan. Abracemos efusivamente a las mujeres en su día!

Abrazo de gol, mi más grande reconocimiento y felicitación a la reina de mi vida… Mi madre.

 

 

 

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Publicidad Caleb Ordoñez 

Opinión

La valentía de ser uno mismo. Por Itali Heide.

La mayoría de los días, odio mi cuerpo. Algunos días aparece como un disgusto pasivo, mientras empujo las inseguridades que viven dentro de mí a un segundo plano. Otros días, consume mi mente. El aspecto de cada uno de mis rincones me atormenta los días en los que no soy capaz de mirar más allá del físico de mi existencia.

Es especialmente difícil cuando me considero feminista y positiva con respecto al cuerpo. ¿Cómo puedo apoyar y amar el cuerpo de los demás y, sin embargo, encontrar espacio para odiar el mío? Parece casi hipócrita, pero no puedo encontrar la manera de evitarlo.

Me levanto por la mañana y decido que hoy me voy a querer a mí misma. Me ducho, me maquillo, me pongo un atuendo con el que me sienta feliz y luego pierdo toda la confianza en mí misma cuando me veo en el espejo. Tal vez tenga algo que ver con el hecho de que he ganado más de un kilo desde la cuarentena. Pero lo más probable es que tenga que ver con el hecho de que seguimos siendo bombardeados con estándares imposibles a los que nos hacemos responsables, incluso cuando no exigimos a los demás el mismo estándar.

No todos los días son así. A veces, mi maquillaje se ve justo como quiero. Mi outfit parece haber sido elegido por un estilista. La confianza en mí misma se dispara en esos días, aunque son poco frecuentes. En esos días, aprovecho al máximo lo que soy. Quién sabe, quizá en los días malos recuerde quién era cuando me sentía yo misma.

Al fin y al cabo, cuando más nos sentimos como nosotros mismos estamos contentos con nuestro aspecto, ¿no? Ni siquiera tiene una correlación con el físico, pero impacta directamente en la forma en que nos sostenemos y nos sentimos cuando entramos por la entrada de algún lugar. Parece que pensamos que todo el mundo es perfecto. Nos fijamos en lo que no tenemos en los demás, e ignoramos lo que sí tenemos cuando los demás no lo tienen. Parece ser la naturaleza humana, pero me gusta creer que nos hemos enseñado a pensar que la perfección es la única forma de ser.

Los estándares de belleza han existido desde que la humanidad ha dado valor a la apariencia de las personas (especialmente a la mujer). El poder que tiene sobre nosotros es asombroso, sobre todo si tenemos en cuenta que hemos borrado el cuerpo humano natural de la existencia y lo hemos sustituido por un cuerpo de modelo que se supone que representa la mejor versión de nosotros mismos. La verdad es que la mejor versión de nosotros mismos no necesita dietas, ejercicio excesivo, photoshop, filtros y poses incómodas.

¿Qué necesita realmente la versión auténtica de nosotros mismos? Necesita correr, explorar, tocar, sentir, llorar, reír, aprender y ser libre. Nuestro cuerpo está hecho para mucho más que para convertirse en una estatua de los estándares de belleza, y a menudo nos olvidamos de ello. Nos negamos a salir de nuestra habitación sin maquillaje, sin un atuendo que nos haga sentir seguros, sin algo que cubra la autenticidad que nos hace ser quienes somos.

Quien eres, es quien estás destinado a ser. Si quieres ponerte delineador de ojos, adelante. Si quieres llevar capa y vestido, hazlo. ¿Quieres ir al gimnasio y ponerte musculoso? Nadie te lo impide. La vida es un juego y tú eres el avatar que tienes la suerte de personalizar. Sin embargo, no olvides que eres igual de valioso sin todas esas cosas. El mundo está hecho para ser disfrutado, y nada superficial te dará las herramientas necesarias para sentirte realmente feliz en el mundo. Sé tú mismo, pero no olvides que eres más que lo que aparentas ser.

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Opinión

El precio caro de la moda barata, Por Itali Heide

La vida moderna en la era del hipercapitalismo está llena de daños medioambientales inevitables – desde viajar en avión, los plásticos de un solo uso, hasta los pedidos de comida a domicilio – la contaminación parece ser algo natural para nosotros en esta época. Cuando se trata de la ropa que usamos, a menudo los impactos son menos que obvios.

La industria de la moda produce el 10% de todas las emisiones de carbono de la humanidad, lo que le ha valido ser de los mayores consumidores de agua y contaminar los océanos de la Tierra con peligrosos microplásticos, que acaban en nuestras playas y llegan al interior de los cuerpos de las criaturas que llaman al mar su hogar. La industria que nos ha mantenido al tanto de los trends en el mundo de la moda es el segundo mayor contaminante del mundo, solamente detrás de la industria petrolera. Entre más crece la industria, el daño medioambiental empeora de forma exponencial, también.

A medida que los consumidores alrededor del mundo compran más ropa, especialmente de empresas de fast fashion barata cuya popularidad no deja de aumentar, como Shein, Fashion Nova y Zara, por nombrar sólo algunas, el peaje para el medio ambiente se hace notar. La gente no sólo compra más del doble de ropa que a principios del milenio, sino que además conserva la ropa la mitad de tiempo.

Las tendencias cambiantes y la necesidad constante de validación alimentan la necesidad de comprar más y más, lo que conduce a una relación tóxica entre el consumidor y la empresa. Cuanto más compramos, más sufre el mundo y más validamos a las empresas que se aprovechan de nuestras inseguridades y de nuestra necesidad de impresionar constantemente.

La industria textil y de la moda tiene una cadena de suministro larga y compleja, que empieza en la agricultura y la producción petroquímica, hasta la fabricación, la logística y la venta. Cada proceso conlleva su propio conjunto de pesadillas, ya sea el impacto medioambiental o humano, ya que la industria explota a miles de personas en países de bajos ingresos por unos pocos centavos. Los impactos vienen en todas las tonalidades del arcoiris, empeorando a medida que el mundo sólo continúa por su camino orientado al consumo, en lugar de tomar las medidas necesarias para mejorar el futuro de la industria.

Entonces, ¿qué se puede hacer para frenar la contaminación? Puede que sea demasiado tarde para borrar todo el daño causado, pero nunca es demasiado tarde para mejorar. La moda sostenible es la respuesta, pero es un término que se utiliza cada vez más (y de forma exagerada) y que no suele estar respaldado, ya que las empresas prefieren utilizarlo para dar un lavado verde a su marca y (como es lógico) vender más ropa. La verdadera moda sostenible significa comprar menos y comprar de forma más inteligente, aunque hay muchas más cosas que pueden englobarse en este término.

¿Qué significa exactamente la moda sostenible? Cuando se hace realidad, las empresas de moda sostenible recortan las emisiones de CO2, abordan la sobreproducción, reducen la contaminación y los residuos, apoyan la biodiversidad y se aseguran de que sus trabajadores reciban una remuneración justa y tengan unas condiciones laborales seguras. Sin embargo, esto es sólo una pieza del rompecabezas. Aunque las empresas deben cargar con la mayor parte de la responsabilidad, ya que son las que están detrás de los problemas sistémicos en primer lugar, hay cosas que los consumidores también pueden hacer para apoyar la sostenibilidad. Comprar el mismo número de artículos con la etiqueta de ‘sostenible’ no es suficiente, sino que es necesario replantearnos por completo los hábitos de consumo y compra. Aquí unos tips para mejorar nuestra forma de comprar ropa:

1. Comprar menos y comprar mejor.
Cada año se producen en el mundo 100 mil millones de prendas. Antes de hacer una compra, pregúntate a ti mismo: Comprar ropa que nos sirva, en lugar de servir a la ropa, puede marcar una gran diferencia.

2. Invertir en marcas sostenibles.
Comprar mejor también significa apoyar a los diseñadores que utilizan prácticas sostenibles, pero ojo: cuidado con las empresas que utilizan el término para hacer greenwash y vender más cosas. Investigando y haciendo que las empresas se responsabilicen de sus acciones, podemos apoyar a las que hacen el bien por el mundo.

3. Compra de segunda mano y vintage.
La ropa pre-amada y reutilizada es una forma estupenda de estar al día con las tendencias pero sin dejar de cuidar el planeta. Utilizando aplicaciones que atienden a estos sectores, como Depop, o acudiendo a bazares y ventas de garaje, no sólo reciclamos ropa, sino que apoyamos a los negocios locales.

4. Prueba la moda digital.
Por último, pero no por ello menos importante, ¿por qué no utilizar la tecnología en nuestro beneficio? No es ningún secreto que gran parte del atractivo de la moda es la necesidad de mantener las apariencias en línea, ya sea publicando una bonita historia en Instagram o bailando para un TikTok. Con la realidad virtual convirtiéndose en algo cotidiano, aplicaciones como DressX están atendiendo a la reinvención del consumo de moda a través de ropa digital que se puede poner encima de fotos y vídeos. Esto puede ofrecer una gran alternativa para el futuro de la moda, así que ¿por qué no probarlo?

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