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Opinión

CHIHUAHUA, RELOJ DE AGONÍAS por JAIME GARCIA CHÁVEZ

Con frecuencia nos sentimos dominados por fuerzas oscuras; actualmente, sabemos mejor que somos nosotros quienes amenazamos nuestra propia supervivencia, la de nuestros descendientes…

—Alain Touraine (Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy, p. 226)

Como un sismo se padece el homicidio del niño Christopher Raymundo Márquez Mora. Pareciera que el profundo malestar que permea a la sociedad por todos su poros, hace del tiempo de Chihuahua una época sólo medible a través de un reloj de agonías, frase que tomo en préstamo del poeta Ramón López Velarde. El suceso consternó instantáneamente a todos los que aquí vivimos y dio motivo para que proliferaran protagonismos de diversa índole para medrar con el dolor y el luto humanos. No desconozco que se han escuchado voces sinceras, pero el volumen mayor de la tinta lo ha ocupado la hipocresía gubernamental y las vocerías de un catolicismo que retrocede a la demonología medieval para explicar lo que sólo desde otra perspectiva se puede hacer con hondura para hacer un alto en el camino y tomar una senda que nos lleve a un puerto distinto, por humano y porque realmente eleve el espíritu al amparo de nuevos paradigmas.

De pronto y casi sin sentir, telúricamente todo se puso en crisis. La famosa y gubernamental recuperación de la paz quedó hecha trizas; el discurso de la pérdida de los valores quedó ubicado en el estante de lo banal; las vocerías del catolicismo se refugiaron en sus propios demonios y la concepción misma de la familia como algo sacrosanto, encontró más de un cuestionamiento de la realidad, a contrapelo del discurso de los tradicionalistas y conservadores. Como por ensalmo, los aparatos de justicia demostraron su inutilidad en cuanto a la confianza que debieran inspirarle a una sociedad tan golpeada como la chihuahuense, y la conciencia de que el Derecho sirve para algo se derrumbó, como si las montañas de expedientes y cerros de papel sirvieran para aplastar a la sociedad. Vimos magistrados convertidos en voceros que piensan que su papel es dar opiniones en vez de dictar sentencias, y una prensa mercenaria que se frota las manos por el productivo amarillismo y que no pierde la oportunidad de hacerse eco de contenidos absolutamente propios de la reacción política, que tendría, en una sana observación, vedado todo lugar para influir y orientar decisiones públicas. De todo, de todo se ha visto.

La clase política duartista, por boca de Enrique Serrano, alcalde de Ciudad Juárez, no perdió la oportunidad de aparecer como lo que es: un hombre de las cavernas que en pleno siglo 21 se atreve a recomendar los cintarazos para educar a los hijos y ver en los derechos humanos un obstáculo para el despliegue de su poderío. Bien se ve para qué le sirve el suceso a este señor: hacer de la familia tradicional y autoritaria la base del autoritarismo en las instituciones de un Estado que se supone democrático. Casos como el del niño Christopher cuentan con antecedentes interpretados por la sociología contemporánea, por su similitud y trascendencia. Está el asesinato del niño de dos años James Bulguer, cometido por dos chavales de tan sólo diez años. Provocó indignación moral y, a la vez, desplazó la atención de la ciudadanía hacia los grandes problemas sociales. Divulgar parcialmente el hecho a través de lo captado por un circuito cerrado de un centro comercial, troqueló las conciencias de la opinión pública y se marcó un antes y un después, como lo describe el sociólogo Anthony Giddens. Todos se sintieron más vulnerables al autoestimarse como potenciales amenazados por una nueva violencia de las almas nuevas de los niños y los jóvenes. Y, como aquí, no faltaron los que hablaron de demonios, monstruos y animales bestiales para “explicar” el fenómeno. Pero quienes se conducen así soslayan las causas, las que se pueden demostrar, porque no están en ningún infierno invisible a los ojos humanos.

A este respecto cuadra bastante bien el describir la detestable presencia de Laura Bozzo, pieza inequívoca de una cortina de humo, caja china, o como quiera llamarle, por entero parecida a la que se narra en la película La dictadura perfecta, dirigida por Luis Estrada. Cuando un suceso de esta naturaleza se va a describir por investigadores o periodistas serios, se debe tener conciencia de lo que Pierre Bourdieu nos dice en su magistral obra La miseria del mundo: “Ningún contrato está tan cargado de exigencias tácitas como un contrato de confianza”, dicho esto en el contexto de la descripción que de manera espontánea puedan hacer los familiares directos de las víctimas y también de los transgresores. Esta confianza no está en el sórdido trabajo que la Bozzo pueda venir a hacer por estas tierras, así sea que andando el tiempo y en perspectiva, esto se pierda en la nada, como sucedió con el escándalo Gloria Trevi. Todos tenemos la obligación de ir al fondo. En este marco empleo el arsenal de información que se contiene en el informe La infancia cuenta en México 2014 (http://derechosinfancia.org.mx/documentos/ICM_Digital.pdf), elaborado por la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), que abarca periodos de análisis de la situación infantil desde el 2000 –y en él lo que se dice de Chihuahua– con estadísticas nada halagüeñas en varios rubros para ese rango de población que comprende a seres humanos hasta la edad de 17 años. No pretendo resumir la vasta información, pero aquí van algunos números:

Precisamente dentro de la línea argumentativa que enmarca el crimen del niño Chistopher, el documento mencionado revela que en 2012, en pleno auge duartista, el estado de Chihuahua ocupó el lugar 31 de 33 entidades de la república en la estadística de homicidios padecidos por la población adolescente de entre 15 y 17 años, mientras que en la población infantil que va de 0 a 4 años, nuestro estado registró una tasa de 4.1 por ciento, es decir, tres veces más que la media nacional ese mismo año. En otro orden, en el mismo informe se indica que Chihuahua ocupa el lugar 15 en la población infantil y juvenil carente de servicios de salud, el lugar 21 en desnutrición, el sitio 24 para los que no estudian ni trabajan, el 25 por carecer de alguna computadora, la tasa del 2.4 en maternidad infantil y el 7.6 por ciento de las mujeres tiene jornadas laborales de más de 48 horas sin remuneración y el 1.1 por ciento por lo que se refiere a los varones. El documento también coloca al Chihuahua actual con el 3.4 por ciento por la calidad de sus leyes en materia de derechos de infancia. Informes diversos nos presentan cifras dramáticas en materia de adicciones, reclutamiento para comercialización de narcóticos y sicariato, suicidios juveniles, entre otros problemas.

Esto sería una fotografía de la realidad donde aconteció el hecho conmocionante. Pero hay un mal con mayor hondura y es precisamente que los que amenazan la propia supervivencia son, ni más ni menos, quienes han impuesto paradigmas depredadores de la humanidad misma; los que han elevado la jerarquía del dinero a niveles sagrados y han hecho del éxito económico el pasaporte a las buenas costumbres y a la buena moral, y de la cual dan cuenta los mirreyes que describe Ricardo Raphael en su reciente libro; la precarización del trabajo, la falta de urbanismo que caracteriza el desorden de las ciudades, la ejemplaridad que recobran los capos y los delincuentes para convertirse en las estrellas a imitar; los sacerdotes, particularmente del catolicismo, que dicen una cosa y hacen la contraria, que viven al margen de los valores que están en su retórica, que no tienen compromiso con nadie, salvo con sus intereses; y los políticos y gobernantes, que pueden tener todo el poder pero carecen del esencial sentido de la autoridad, es más, ni siquiera saben qué es autoridad. Quién puede creer a estas alturas en las palabras huecas de un César Duarte, una Bertha Gómez, que tienen las manos metidas hasta los codos en la corrupción; o en Javier Garfio, que recomienda ver telenovelas en lugar de estar informado; o de Enrique Serrano, que no ve más remedio que los cintarazos que él dice lo corrigieron, allá en el pasado, pero que no son suficientes para aclararle a la sociedad por qué Leyzaola acusa a su jefe de Seguridad Pública de haberlo mandado matar; o para finalizar, tener un presidente del Supremo Tribunal de Justicia, como Miguel Salcido, impuesto contra toda razón para que encabece el Estado de Derecho.

Es fácil decir bla, bla, bla hasta el infinito sobre la familia, los valores, la buena conciencia; pero qué difícil es enrutar hacia una nueva cultura en una carrera de obstáculos que parece condenada al fracaso por los enormes diques que se le oponen a todos. Pero eso sí, para muchos es el momento de desgarrarse las vestiduras, de decir que están dispuestos a cortarse las venas para aportar sangre a la solución, y después, nada. Hoy fue un niño, unos jóvenes, una realidad que está atrás y lo determina todo, pero no hace ni dos años que una anciana murió en la soledad y el abandono en la colonia Aeropuerto de Chihuahua, la devoraron sus perros y nadie dijo nada. Quizá porque en la estrecha mentalidad de no pocos asombra que un percance como el del niño Christopher suceda, pero tratándose de una vieja, qué más da si va de salida.

No quiero ser pesimista, pero estamos ante una circunstancia en la que una horrorosa sociedad se duele de un horroroso crimen y, con todo y horror, parece que no se decide a poner remedio. Qué horror, más terrible que el cáncer es la indolencia.

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5 Comments:

  1. Eduardo Salmeron Dimas

    Don Jaime,

    Si a lo que comenta le añadimos el pavoroso museo que nos endilga nuestro cesar de tepetate pues imaginese a donde vamos????

    No veo por ningún lado ninguna autocritica, ningún nivel de gobierno ha dicho somos parte de esto, nuestra indolencia, corrupción e insensibilidad nos llevaron a esto.

    mientras no se reconozca que se es parte del problema entonces no se contribuirá a la solución del mismo. Para mi lo único que refleja este tipo de noticias y realidades es el desamparo en el hemos quedado como sociedad, no debemos culpar a los niños por jugar, es parte de su naturaleza, debemos culparnos por darnos cuenta a que están jugando nuestros niños, el que esa sea la naturaleza de su juego es lo que mas nos debe de aterrar.

    Es patético por el otro lado, el papel del congreso al seguirle el juego a la esposa del gobernador que en un afán de protagonismo promueve una ley relacionada con la infancia….a ver si no terminamos poniéndole una estatua por su sensibilidad social.

    E. Salmeron

  2. Un interesantísimo artículo, lástima que a muchos entre ellos todos los funcionarios de todos los niveles, esto no les importe mínimamente, para ellos solo importa salir millonarios, si la autoridad suprema esta poniendo muy bien el ejemplo, esta descomposición seguirá en aumento, todos los funcionarios están dedicados a ser solapadores del agandalle de Duarte, mientras a ellos también los dejen agandallar

  3. Jaime y lectores dejemne agarrarme de donde solo se me ocurre, mi dolor, mi obscuridad, mi hundimiento, mi sino, es de las crisis de lo mas negro como individuo que pertenece a una humanidad, y de una humanidad que pertenece a milenios de civilizacion, que solo queda aferrarme a la frase evangelica. “ahi donde abundo el pecado, ahi sobrabundo la gracia”. el horror y el dolor tiene el mismo misterio de la Muerte de Cruz que llevo a la redencion. Por favor no me quiten eso, hoy no tengo mas¡¡¡

  4. Lic. Chávez ,La conclusión final de su escrito define con claridad el problema real. Con tristeza tengo que reconocer que los eventos organizados por Unión Ciudadana (desde mi punto de vista y sin demeritar el gran esfuerzo que se ha realizado) no están a la altura del problema, vamos pocos y los mismos. No veo a la juventud ahí, no veo la cantidad de gente que deberíamos estar. No veo un contrapeso del tamaño, de la magnitud, del problema que tenemos. Tristemente somos como dijeron, creo en el Times una sociedad de “likes” y no de acción; Requerimos de una participación mas activa, mas audaz, mas consistente y sobre todo mas nutrida. Por lo pronto no me queda mas que felicitarlo. Ojala entre usted, Victor Q. y J. Corral encuentren la formula para motivar una mayor participación de la sociedad. Le mando un fuerte abrazo.

  5. MANUEL HERRERA HERNANDEZ

    En profundidad, este hecho, es impactante, y no menos el reflejo…De tal déficit,de una sociedad, desatendida, y victima, de las INSTITUCIONES, ya en si corrompidas, por falta de visión hacia los estratos, de una SOCIEDAD VIOLENTADA, por la mentira el engaño y simulación. Se que no hay redentores, y faltan visionarios de ESTADO, que solo se han aprovechado….Y conllevado al beneficio particular. Mas pensemos “QUÉ ES UNA MUESTRA DE COMO ESTA SUMIDO EL PUEBLO, EN EL DOLOR, LA POBREZA, Y FALTA DE OPORTUNIDAD …..SIN DUDA ESTOS HECHOS DISTRAEN A LA VEZ….ASUMIR NUESTRA RESPONSABILIDAD, QUE NOS LLEVE A LA REFLEXIÓN Y A LA ACCIÓN……..HACIA LOS CAMBIOS TRASCENDENTES, Y PROFUNDOS DEL SER HUMANO…. …..

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La valentía de ser uno mismo. Por Itali Heide.

La mayoría de los días, odio mi cuerpo. Algunos días aparece como un disgusto pasivo, mientras empujo las inseguridades que viven dentro de mí a un segundo plano. Otros días, consume mi mente. El aspecto de cada uno de mis rincones me atormenta los días en los que no soy capaz de mirar más allá del físico de mi existencia.

Es especialmente difícil cuando me considero feminista y positiva con respecto al cuerpo. ¿Cómo puedo apoyar y amar el cuerpo de los demás y, sin embargo, encontrar espacio para odiar el mío? Parece casi hipócrita, pero no puedo encontrar la manera de evitarlo.

Me levanto por la mañana y decido que hoy me voy a querer a mí misma. Me ducho, me maquillo, me pongo un atuendo con el que me sienta feliz y luego pierdo toda la confianza en mí misma cuando me veo en el espejo. Tal vez tenga algo que ver con el hecho de que he ganado más de un kilo desde la cuarentena. Pero lo más probable es que tenga que ver con el hecho de que seguimos siendo bombardeados con estándares imposibles a los que nos hacemos responsables, incluso cuando no exigimos a los demás el mismo estándar.

No todos los días son así. A veces, mi maquillaje se ve justo como quiero. Mi outfit parece haber sido elegido por un estilista. La confianza en mí misma se dispara en esos días, aunque son poco frecuentes. En esos días, aprovecho al máximo lo que soy. Quién sabe, quizá en los días malos recuerde quién era cuando me sentía yo misma.

Al fin y al cabo, cuando más nos sentimos como nosotros mismos estamos contentos con nuestro aspecto, ¿no? Ni siquiera tiene una correlación con el físico, pero impacta directamente en la forma en que nos sostenemos y nos sentimos cuando entramos por la entrada de algún lugar. Parece que pensamos que todo el mundo es perfecto. Nos fijamos en lo que no tenemos en los demás, e ignoramos lo que sí tenemos cuando los demás no lo tienen. Parece ser la naturaleza humana, pero me gusta creer que nos hemos enseñado a pensar que la perfección es la única forma de ser.

Los estándares de belleza han existido desde que la humanidad ha dado valor a la apariencia de las personas (especialmente a la mujer). El poder que tiene sobre nosotros es asombroso, sobre todo si tenemos en cuenta que hemos borrado el cuerpo humano natural de la existencia y lo hemos sustituido por un cuerpo de modelo que se supone que representa la mejor versión de nosotros mismos. La verdad es que la mejor versión de nosotros mismos no necesita dietas, ejercicio excesivo, photoshop, filtros y poses incómodas.

¿Qué necesita realmente la versión auténtica de nosotros mismos? Necesita correr, explorar, tocar, sentir, llorar, reír, aprender y ser libre. Nuestro cuerpo está hecho para mucho más que para convertirse en una estatua de los estándares de belleza, y a menudo nos olvidamos de ello. Nos negamos a salir de nuestra habitación sin maquillaje, sin un atuendo que nos haga sentir seguros, sin algo que cubra la autenticidad que nos hace ser quienes somos.

Quien eres, es quien estás destinado a ser. Si quieres ponerte delineador de ojos, adelante. Si quieres llevar capa y vestido, hazlo. ¿Quieres ir al gimnasio y ponerte musculoso? Nadie te lo impide. La vida es un juego y tú eres el avatar que tienes la suerte de personalizar. Sin embargo, no olvides que eres igual de valioso sin todas esas cosas. El mundo está hecho para ser disfrutado, y nada superficial te dará las herramientas necesarias para sentirte realmente feliz en el mundo. Sé tú mismo, pero no olvides que eres más que lo que aparentas ser.

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El precio caro de la moda barata, Por Itali Heide

La vida moderna en la era del hipercapitalismo está llena de daños medioambientales inevitables – desde viajar en avión, los plásticos de un solo uso, hasta los pedidos de comida a domicilio – la contaminación parece ser algo natural para nosotros en esta época. Cuando se trata de la ropa que usamos, a menudo los impactos son menos que obvios.

La industria de la moda produce el 10% de todas las emisiones de carbono de la humanidad, lo que le ha valido ser de los mayores consumidores de agua y contaminar los océanos de la Tierra con peligrosos microplásticos, que acaban en nuestras playas y llegan al interior de los cuerpos de las criaturas que llaman al mar su hogar. La industria que nos ha mantenido al tanto de los trends en el mundo de la moda es el segundo mayor contaminante del mundo, solamente detrás de la industria petrolera. Entre más crece la industria, el daño medioambiental empeora de forma exponencial, también.

A medida que los consumidores alrededor del mundo compran más ropa, especialmente de empresas de fast fashion barata cuya popularidad no deja de aumentar, como Shein, Fashion Nova y Zara, por nombrar sólo algunas, el peaje para el medio ambiente se hace notar. La gente no sólo compra más del doble de ropa que a principios del milenio, sino que además conserva la ropa la mitad de tiempo.

Las tendencias cambiantes y la necesidad constante de validación alimentan la necesidad de comprar más y más, lo que conduce a una relación tóxica entre el consumidor y la empresa. Cuanto más compramos, más sufre el mundo y más validamos a las empresas que se aprovechan de nuestras inseguridades y de nuestra necesidad de impresionar constantemente.

La industria textil y de la moda tiene una cadena de suministro larga y compleja, que empieza en la agricultura y la producción petroquímica, hasta la fabricación, la logística y la venta. Cada proceso conlleva su propio conjunto de pesadillas, ya sea el impacto medioambiental o humano, ya que la industria explota a miles de personas en países de bajos ingresos por unos pocos centavos. Los impactos vienen en todas las tonalidades del arcoiris, empeorando a medida que el mundo sólo continúa por su camino orientado al consumo, en lugar de tomar las medidas necesarias para mejorar el futuro de la industria.

Entonces, ¿qué se puede hacer para frenar la contaminación? Puede que sea demasiado tarde para borrar todo el daño causado, pero nunca es demasiado tarde para mejorar. La moda sostenible es la respuesta, pero es un término que se utiliza cada vez más (y de forma exagerada) y que no suele estar respaldado, ya que las empresas prefieren utilizarlo para dar un lavado verde a su marca y (como es lógico) vender más ropa. La verdadera moda sostenible significa comprar menos y comprar de forma más inteligente, aunque hay muchas más cosas que pueden englobarse en este término.

¿Qué significa exactamente la moda sostenible? Cuando se hace realidad, las empresas de moda sostenible recortan las emisiones de CO2, abordan la sobreproducción, reducen la contaminación y los residuos, apoyan la biodiversidad y se aseguran de que sus trabajadores reciban una remuneración justa y tengan unas condiciones laborales seguras. Sin embargo, esto es sólo una pieza del rompecabezas. Aunque las empresas deben cargar con la mayor parte de la responsabilidad, ya que son las que están detrás de los problemas sistémicos en primer lugar, hay cosas que los consumidores también pueden hacer para apoyar la sostenibilidad. Comprar el mismo número de artículos con la etiqueta de ‘sostenible’ no es suficiente, sino que es necesario replantearnos por completo los hábitos de consumo y compra. Aquí unos tips para mejorar nuestra forma de comprar ropa:

1. Comprar menos y comprar mejor.
Cada año se producen en el mundo 100 mil millones de prendas. Antes de hacer una compra, pregúntate a ti mismo: Comprar ropa que nos sirva, en lugar de servir a la ropa, puede marcar una gran diferencia.

2. Invertir en marcas sostenibles.
Comprar mejor también significa apoyar a los diseñadores que utilizan prácticas sostenibles, pero ojo: cuidado con las empresas que utilizan el término para hacer greenwash y vender más cosas. Investigando y haciendo que las empresas se responsabilicen de sus acciones, podemos apoyar a las que hacen el bien por el mundo.

3. Compra de segunda mano y vintage.
La ropa pre-amada y reutilizada es una forma estupenda de estar al día con las tendencias pero sin dejar de cuidar el planeta. Utilizando aplicaciones que atienden a estos sectores, como Depop, o acudiendo a bazares y ventas de garaje, no sólo reciclamos ropa, sino que apoyamos a los negocios locales.

4. Prueba la moda digital.
Por último, pero no por ello menos importante, ¿por qué no utilizar la tecnología en nuestro beneficio? No es ningún secreto que gran parte del atractivo de la moda es la necesidad de mantener las apariencias en línea, ya sea publicando una bonita historia en Instagram o bailando para un TikTok. Con la realidad virtual convirtiéndose en algo cotidiano, aplicaciones como DressX están atendiendo a la reinvención del consumo de moda a través de ropa digital que se puede poner encima de fotos y vídeos. Esto puede ofrecer una gran alternativa para el futuro de la moda, así que ¿por qué no probarlo?

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